Capitulo 67
Justo en ese instante se escuchó el azote de una puerta, me sobresalté y llevé mi mano derecha al pecho. Respiraba agitada. Cindy se acomodó en su cama y me miraba con extrañeza.
- Terapia, eso necesitas. –esas tres palabras salieron de su boca. Tan mal me veía ahora? Ó ¿Debía disculparme?
- Perdóname. –era lo único que se me había ocurrido decir. Pero todo era sincero, en verdad quería su perdón.
- ___* ¿Qué está pasando? ¿Está todo bien? –me pregunto con una mirada de confidente. Por mi parte, bajé la mirada. Y es que todo estaba mal.
- Si, no te preocupes –mentí y negaba con la cabeza. Ella me miró a los ojos y no aguante.
- ______* se lo que pasa, se por lo que estas pasando. Somos amigas, diría que tú eres mi mejor amiga y te tengo confianza. Ahora, ténmela tú.
- Está bien. –comencé a contarle lo sucedido con Nicholas, como fue que habíamos terminado con nuestra relación.
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Martes por la mañana, tenía planeado salir solo un momento y meditar acerca de lo que estaba viviendo ahora. La situación que estaba cambiando cada parte de mi vida. Últimos conciertos, última sinfonía de mi existencia, lo que me mantenía aún de pie.
Recordé que era lo que me encantaba hacer de más joven, muchas veces y aún sabiendo que mamá se pondría eufórica, salía a caminar, en busca de un lugar ideado, un magnifico lugar que me hiciera sentir a gusto, sin preocupaciones, sin el molesto ruido de mis hermanos.
Y aunque era demasiado joven como para tener preocupaciones, había algo absolutamente abolido que me afectaba.
Si, descubrí que tenía Diabetes.
Fue así, como entonces choqué con un mundo relativo, mi gran mundo, en donde yo solo ponía las reglas y las dimensiones.
Precisamente mi sueño, mi voluntad hecha realidad me había hecho recordar todas estas cosas, y tenía ganas por revivir.
La mañana era templada, cogí mi camisa negra preferida, mis jeans y alcancé uno de mis tantos lentes oscuros.
Bajé desde la habitación con una tranquilidad increíble.
Saludé a mis padres quienes descansaban en la sala, no dudaron en preguntarme a donde iba. Solo me limité a decir unas cuantas palabras.
Ellos lo sabían, al igual que todos. No pude resistirme a mostrarles mi mundo relativo.
Tomé las llaves de la camioneta, la encendí sin prisa y me acomodé.
Observaba cada parte del paisaje y lo grababa en mi memoria, como en los viejos tiempos. Había momentos en los que recordaba haber estado en el mismo lugar, tiempo atrás. De pronto…
Mis ojos se centraron en el majestuoso mar azul, no entendí como llegué tan rápido, ahí estaba.
Volví a creer, ya experimentaba algo nuevo. Me bajé y caminé hasta llegar a la orilla. La brisa me despeino, Las olas emitían cierto ruido relajante, me quedé quieto inundando mis sentidos de esta grandiosa sensación.
Pensé en muchas cosas especiales, entre todas… estaba ella, ________*
La adoraba, pero no podía hacer nada contra ellos, los que me impedían ser feliz. Aún sentía cosas por ella, y todo era cierto, jamás la había olvidado, reprimía a mi corazón para olvidarla, todo es una injusticia, una rebelión contra corazones como el mío, desearía enfrentar todo, tenerla a mi lado, por que aún la amo.
Rogaba hacia mis adentros tenerla conmigo, rosar su piel con la mía, acariciar sus sonrosadas y calidas mejillas, fundir mis labios con los suyos, tocar con la yema de mis dedos cada parte de su fina y delicada anatomía, sentirla tan llena de mi y no olvidar que alguna vez la tuve entre mis brazos, analizando cada cosa perfecta en ella con el ritmo de nuestros latidos.
Recordar fue en vano, repentinamente todo volvió a su normalidad.
- ¿Cómo pudieron decirme exactamente donde estabas con tan pocos datos? –preguntó aquella chica con la que solía pasar estos últimos días. Krystel.
- Me conocen demasiado, esa es mi mejor respuesta. –respondí y giré mi cuerpo en busca de ella.
Yo era un demente, ¿cómo era que en un momento pensaba maravillas de ______*? Y al otro, mirara a esta chica y mis sentidos explotaran. Algo impresionante, y me molestaba no estar cuerdo con ciertas cosas. Parecía un completo tarado.
Se acercó, usaba una falda un poco arriba de las rodillas, una blusa con tirantes en color lila y unas sandalias. Se veía espectacularmente bien, era extraño verla así, era la primera vez.
- claro, y yo voto por esa. –pronunció con su voz dulce- ¿Interrumpí? –preguntó con la expresión distinta en su rostro.
- No –mentí- solo estaba …
- ¿Pensando? –completó antes de que yo terminara la frase.
- Creo que sí –dije al azar.
- Nicholas, he venido por ti. Necesito contarte algo –me miró seria- es importante para mi y quiero saber si para ti también…
Un reflejo cargado de información se posó en mi mente. Y ahora de que hablaría, según ella era importante para los dos. Me parecía serio y quería averiguar.
- Dímelo. –pedí.
- Está bien. ¿Caminamos? –yo asentí. Y de inmediato entrelazo unos de sus brazos al mío. Caminamos durante un largo lapso antes de saber lo que trataba de decirme.
¿Qué Dirá Krystel?
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