Capitulo 63
Estaba lista para ir a desayunar, mamá quería el restaurante del hotel, pero Patrick sugirió que era mejor comer en otro lugar, para conocer mejor el país.
Mi madre, por supuesto le hizo caso, y yo, como casi siempre, no di mi opinión, puesto a que todas esas cosas me daban igual, tenía entes más complejas en que pensar y olvidar.
Prefirieron caminar, yo les hice seguí. Estuvimos buscando uno lindo y en donde hubiera ‘chicas bonitas’, según mi odioso hermano.
Al fin encontramos uno después de veinte minutos de caminar por la ciudad.
Era de esos sitios en donde también hay lugar afuera, nos acomodamos allí, en la esquina, cerca del lugar en donde vendían flores que estaba a un lado.
Adentro estaba repleto, mamá se imaginaba que era muy bueno.
De inmediato llego un hombre alto, suponía que era el mesero.
Tenía demasiada hambre que no me importo que pedir, solo esperaba un poco ansiosa a que llegara. Mi madre fue al tocador, Patrick y yo nos quedamos solos.
-Hermanita, se nota que tienes hambre –bromeó.
- ah si, y por qué? –Pregunté con cara de pocos amigos- ¿Qué tu no tienes?
-Claro, pero solo digo... –tomó el celular que estaba en la mesa y lo revisó.
-¿Tienes muchos compromisos? –Pregunté luego de beber un sorbo de jugo- compromisos –reí inmediato.
-umm, no –contestó con la mirada fija en el celular- es solo que muchas chicas quieren salir conmigo.-una sonrisa se le dibujo en el rostro, al parecer había conquistado a una española.
-pfff... ¿y eso? –Reí, me giré un poco y de inmediato estaba esperando una respuesta- ¿desde cuando eres así?-pregunté.
-Hermanita –me dijo, vaya que ahora le gustaba decirme así- solo soy así y ya... ¿es tan difícil aceptar que soy el más guapo de la familia? –formuló engreídamente.
Como siempre, lo miré mal y lo único que hice fue darle un ligero golpe en el brazo, aunque no fuera demasiado bonita, sabía perfectamente que él no era así.
-Esta bien, si así lo crees –añadí “indignada”.
-OH, vamos. No lo dije enserio –desertó rápido.
-Está bien –dije tranquila, pero lo ignoraba.
Seguíamos comiendo tranquilamente, Mi madre aún no salía del tocador, y Patrick ya me empezaba a desesperar con el tecleo incontrolado de su celular.
Cuando estaba a segundos de arrebatárselo, se paró y caminó un poco lejos de mí. Al parecer presentía lo que haría si no paraba.
Estaba sola, miré a mi alrededor y noté que la mayoría de las personas se habían ido, solo quedaba un chico desde la otra punta, muy guapo y elegante a mi parecer, y una chica pelirroja que pareciera haberme estado mirando desde el instante en el que llegué. No le tomé importancia y seguía comiendo, mientras de nuevo miraba a mí alrededor.
La pelirroja se acercó una mesa más a la mía, me miraba constantemente y eso me empezaba a incomodar, sacó su teléfono celular y marcó un número con rapidez, sabía que no era buena escuchar conversaciones ajenas, pero se me hacía muy raro que me miraba con esa frecuencia que no es normal en una persona.
-Claro que es ella, James. –Habló la pelirroja en voz regular- ven de inmediato, toma fotos... no sé, algo... es ella.
No tenía concordancia conmigo, ¿es ella? Seguro que de mi no hablaba, ¿Por qué debería? De repente, el chico que me había parecido un tanto guapo se acercaba a mí, me miraba pretenciosamente y su mirada derretiría a cualquiera, pero ahora no estaba para esas cosas, tenía el corazón roto, mi alma dolida y no debía pensar en estas cosas que a la larga me harían más mal.
Rogaba por que mamá apareciera o Patrick, pero ninguno. Seguí con la mirada al chico y noté como compraba una Rosa, no era roja, si no rosada.
De nuevo venía en mi dirección, se acercó lo suficiente, me sonrió y me pidió amablemente si se podía sentar en un lugar desocupado.
Me sentía rara, el era un desconocido y no sabía que intenciones tenía, dudé mucho y él se atrevió a decir.
-No te haré nada malo, es solo que...-pausó- desde que te vi entrar, me pareciste muy interesante.
-¿yo interesante? –me pregunté a mi misma.
-Está bien –dije sonriendo- pero, mi madre y mi hermano no tardan en llegar.
-No tengo problema con ello –sonrió y se sentó enfrente de mi.
La pelirroja no dejaba de mirarme ahora, y tenía una sonrisa en su rostro, pude notar como seguía hablando por teléfono mientras me miraba con constancia.
Luego giré y me encontré con la mirada hipnotizante del chico, que aun no sabía su nombre ni absolutamente nada de él. Era alto, con buena forma, tenía el cabello lacio y a la medida, de un color castaño claro y unos ojos tan profundos de un color azul claro.
-¿Cómo te llamas? –me preguntó el chico.
-__________* -respondí.
-Es muy lindo –admitió- ¿vives por aquí?
-Lamentablemente, no –dije y luego pregunte:- ¿y tú como te llamas?
-Nicolás, Nicolás Gil Muñoz. –respondió.
Sentí un ligero mareo, se llamaba justamente igual que él, ¿Cómo podría olvidarlo así? Si en todos los lados escucho algo que me hace recordarlo.
Nicolás, no podría haber sido ¿Jaime? ¿José? Por que tenía que llamarse justo como el, pero en español. Tardé en recuperarme del shock, el chico esperaba a que le respondiera o dijera algo.
-¿estas bien? –Preguntó preocupado- ¿quieres que llame a alguien?
-No, no te preocupes –lo miré- así esta todo bien.
Rió entre dientes
-¿mi nombre tan feo es? –preguntó ahora con una leve sonrisa.
-No, no es que sea feo –dije sincera- es solo que, recordé algo... –pensé que apenas nos conocíamos y ya me pedía explicaciones- Disculpa, ¿quería hablar conmigo de algo?
Deseaba irme, miré adentro buscando rastro de mamá, lo único que conseguí ver fue... de nuevo a la mujer pelirroja. Quien ahora hablaba muy bajo con un señor que llevaba algo raro en las manos.
-Si, es que me pareciste tan interesante, tan... linda. –se disculpó al decir lo ultimo.
-no hay problema, Gracias –me sonroje un poco- ¿y eso? –pregunté señalando la rosa que tenía en su mano derecha.
-Ah! ¿Esto? –La miró y luego me miró a mi- no te la iba a dar, por que apenas te conozco y pensé que no la aceptarías, pero aunque no te vuelva a ver de nuevo, puedo dártela, por que me caíste muy bien. –
Estiró su mano y me la entrego. De inmediato la tomé y sentí como un flash aturdía mis ojos. Busqué de donde provenía, pero no noté nada, quizá solo era que de pasar tanto tiempo encerrada ya me imaginaba cosas.
-Me tengo que ir –dijo Nicolás- ¿te podré ver de nuevo?
-Em, Nicolás. Yo no vivo aquí, en España –dije tranquila.
-Lo sabía, tu acento. –Dijo eso y me apené- ¿podemos ser amigos a distancia? Tal vez algún día viaje a tu país. ¿De donde eres?
-De California, en EU.
-¿puedo tener tu número? –me preguntó mientras se colocaba a mi lado.
-Emm, no sé –dudé- ¿Por qué no mejor me das el tuyo? –sugerí.
-Está bien, chica desconfiada. Anota –pidió.
Saqué mi teléfono de mi pantalón y comencé anotando su número y luego al final, puse dolidamente, Nicolás Gil (desconocido).
-Ya quedó- guardé mi celular-
-¿Cómo se que me llamarás algún día? –preguntó.
-esta bien, ¿tienes e-mail?
-No, no me gustan esas cosas. Soy más de la época antigua –dijo y se acercó más, se despidió con un beso en mi mejilla lo cual no me esperaba, el chico me había caído bien, pero era aún un desconocido para mi, quizá algún día lejano considere hablarle.
El chico se había ido, la pelirroja también. Mamá no aparecía y Patrick no se encontraba por aquí. ¿Le pasaría algo a mamá? Decidí entrar al lugar, buscando desde la entrada, pude ver a alguien igual a ella en el fondo.
Me acerqué detenidamente y cuando estaba a pocos pasos volteó y me sonrió.
-Hija, ¿sucede algo? –preguntó tomando mi mano.
-Mamá, tu comida, ya está muy fría –respondí y miré a la persona que la acompañaba-
-Ah, hija!. Ella es Alma, mi amiga de la juventud. –me dijo y yo saludé a la señora.
-Mamá, pensé que te había sucedido algo. ¿Cómo la encontraste?
-Es historia larga, la encontré en el tocador y para ambas fue una gran sorpresa encontrarnos en España luego de tantos años.
-Lo genial es que después de tanto tiempo se reconocieron –bromeé-
-¿Ya te quieres ir, verdad? –sabía perfectamente que sí, la miré rindiéndome.
-Si, mamá. Pero, no quiero que dejes de platicar con tu amiga de años.
-Por que no te vas con Patrick? –sugirió-
-No está, pero no te preocupes. Me voy sola, al fin que no es mucho por caminar. –sonreí
Mamá aceptó, me pude ir. Antes me despedí de la ‘Amiga’ de ella.
Pagué la cuenta con el dinero que se encontraba a mi lado, el de mi madre.
Opté por irme en el mismo camino, miré las flores que estaban hermosas y luego miré la mía, la que me acaba de regalar un desconocido.
...*...
-Ya está, ¡No responderá! ¡No lo hará! –gritaba desesperada, colocando las manos sobre su cara.
...
