Capitulo 77
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Iba a una velocidad extremadamente rápida para lo que ya estaba acostumbrada.
Solo corría, lo hacía para no enfrentar mis problemas, olvidarlos. Cada esquina o cuadra que pasaba me sentía más despreciable. Corría más y más lejos, y era por mis miedos. Entre más lejos fuera, más miedo sabré que tengo. Estaba cayendo en un abismo de irrelevancia y miedos, ya no lo podía permitir.
Detuve el paso rápido de mis pies para volverlo normal. Justo el tiempo perfecto para tomar aire y descansar, sin embargo; seguí mi camino que no tenía rumbo fijo.
Miré los avisos, me indicaban que la casa de mi mejor amigo estaba cerca. Y necesitaba hablar con alguien…
— ¿qué sucede Crash? — se preocupó por mi.
— Jay, no sabes… ¡Lo vi Hoy! ¡Fue horrible! — lo único que hice fue sollozar y lamentarme.
— No llores, hermosa — pidió. Escuchaba dolor en sus palabras, sabía que el me amaba — él no merece que llores — Me hundí en su pecho formando un eminente abrazo que no quería terminara.
— No puedo hacer nada, es completamente inevitable… — hablé con dificultad. Mis lágrimas junto a mis sollozos lo impedían. — lo amo.
— Lo sé. Pero, debes olvidarlo. Puede ser difícil… — despegó mi cara de su pecho. Con un movimiento hizo que lo mirara a los ojos — aunque, es necesario.
— Eso quiero. — lo abracé con más fuerza. Como niña asustada — y no puedo lograrlo.
— Confió en ti — hundió sus labios en mi frente para así besarla.
— Quisiera confiar en mí… — articulé en un susurro.
Pase casi todo el resto de la tarde con Jay. Supuse que mi madre estaría preocupada por mi, no le avisaría nada por que sabía que en cualquier momento estaría tocando la puerta de mi amigo. Si ya me siento mal, con eso sentiría la vida peor…
Y en verdad si estaban preocupados. Revisé mi celular y tenía más de cincuenta llamadas perdidas y quince mensajes de texto de mi hermano.
Me tomaría bastante tiempo revisar todos esos, y no me sentía bien, le pedí a mi mejor amigo los revisara por mi.
— vaya que si se preocupan mucho — me informó. Acarició mi cabello, yo estaba recostada en un asiento y el en la otra punta mirándome constantemente.
— Si, mi madre es… — traté de recordar la palabra — demasiado, ¿sobre protectora? — el asintió.
— Siempre ha sido así — rió entre dientes. Dejé la posición anterior para sentarme, al igual que el.
— No! Es que… desde que le conté sobre Nick — no lo niego, me puse nerviosa. Y movía mucho las manos — ella se volvió así. Es demasiado raro y a veces me molesta mucho.
— ______*, ella te quiere demasiado, y creo que es por eso — sonrió abruptamente. Lo que ocasionó hiciera lo mismo. No se, mi mejor amigo me saca una sonrisa hasta en los peores momentos.
— Tienes razón, debe ser por eso.
Con un movimiento logré ver que el reloj de madera que posaba en la sala, marcaba las ocho con cuarenta y siete minutos. Ya sentía los regaños y sermones de mi madre y ahora por parte de mi hermano, creía yo. Me despedí de mi mejor amigo y le agradecí el haberme hecho sentir mejor. Por que en verdad me sentía mal, desilusionada y mi corazón roto no aguantaría nada más. Gracias a él no hice ninguna locura.
Él se ofreció a llevarme en su auto, acepté por que ya era tarde. Nos despedimos, se marchó. Y yo con los nervios a flote. Caminé temerosamente, no pude evitar no mirar a la casa de alado. Pero, de inmediato la aparté y recordé todo el dolor que sentía, no volvería a hablar con ese chico, nunca.
Estaba enfrente de la puerta, busqué en mis bolsillos las llaves pero nada, recordé que no las llevaba conmigo. Entonces, por más que quisiera librarme de algún consejo o un regaño, no lo lograría. Tuve el valor para tocar el timbre, una… dos, a la tercera tenía a mi hermano abrazándome con fervor, lo cual se me hacía extremamente raro.
— Estas bien, hermanita. — ya me estaba asfixiando.
— Pat, estoy bien — aseguré. Escuché unas risas provenientes de la casa contigua. Me estremecí y empuje con mucha fuerza a mi hermano.
— ¿Qué pasa? — preguntó — ¿Por qué tanto…? — cerré la puerta. Alcancé a ver a Joseph salir de la mano, con mi mejor amiga.
— No. Creí escuchar… — Tomé asiento. Y en mi forma de hablar hubo un cambio, era como si estuviera mal de nuevo.
— ¿Era el? — a pesar de sentirme mal, lo fulminé con la mirada. No sabía exactamente, estaba celosa de ellos o ¿Qué me pasaba?
— NO! — caminé rumbo a la escalera. El me detuvo.
— Mamá está en la habitación. Se preocupo mucho, te busco por casi todas partes — admitió.
— Estaba en casa de Jason. — dije con un pie en escalón.
— No se le ocurrió. Ahora esta dormida, le di sus tranquilizantes.
— La dejare dormir — seguí caminando. Le dediqué una forzada sonrisa — Gracias por esperarme.
Llegué a mi recamara, examiné todas mis cosas como si fuera la ultima vez que las vería.
Comenzaba a hacer más frío. Busqué una de mis pijamas favoritos para mantenerme caliente. Pocos minutos fueron los transcurridos para que yo estuviera en la cama, a punto de dormir. Vaya sorpresa que me llevé al notar la presencia de esa pequeña cosa justo a mi lado. ¿Qué era?
—¡Teddy! — exclamé.
¿Por qué cada cosa me hace recordarlo? ¿con fin me sucede esto? ¿Por qué?
Cuantas semanas habían pasado de que no lo veía, y ahora… como por arte de magia aparecía. Mi dilema, siempre me suceden las peores cosas, lo que no deseo.
Por una milésima de segundos, esperen es imposible. Por unos segundos cruzó la idea de deshacerme de él, pero… solo era un oso de felpa ¿el que culpa tenía?
Me perdí entre la comodidad de mi cama, abrace de nuevo a mi oso favorito.