Capitulo 72
Mis Amigos estaban más que entusiasmados por volver al instituto.
Yo también lo estaba. Fuera de eso, me preocupaba la actitud de las ‘Huecas’. Y en el fondo me preguntaba si serían igual de fastidiosas e inútiles. Al parecer ellas nunca cambiarían, tendrían que cambiarles el chip que instalaron en sus cerebros.
Aunque no voy a negar que extraño divertirme en sus fiestas, pero lamentablemente me abrumaba Amanda, con su inminente forma de ser.
Nos reunimos en mi casa, como de costumbre. Hablamos sobre muchas cosas, los tres nos divertimos. Jason, a diferencia mía y de Cindy, no hablaba de cosas de chicas, hacía otras cosas o simplemente escuchaba sin argumentar nada. Muchas de esas veces, preguntaba nuestro punto de vista, hacía algunas situaciones.
- ¿Listas para volver al instituto? –preguntó Jason quien se mecía en una de mis sillas.
- Yo, Umm-.- a mi me da igual –reveló Cindy apoyando su cabeza en mi pierna.
- ¿Y tú _____*? –Preguntó Jay al verme no decir nada.
- Pues, sería bueno volver. Me hace faltar tener mi mente fija en otras cosas –ambos me miraron con extrañeza- en los estudios.
- Va, eso sí –habló mi amiga. Mirándome con confidencia.
Al cabo de media hora, nos topamos con que ya era tarde. Mamá subió a pedirles a los chicos que tenían que irse y con el pretexto de que yo tenía que descansar. Se despidieron de mi, había pasado una tarde magnifica. Mamá se dispuso a llevarlos, pero Jason traía su auto nuevo y se ofreció a llevar a Cindy.
- Nos vemos, ________* -dijo mi amiga a unos centímetros de mi.
- Adiós Mi mejor amiga –Se dispuso a decir él. Acercó su rostro al mío y posó sus labios en mi frente. Entrecerré los ojos, para después encontrarme con los suyos, lindos y resplandecientes.
- Me encanto pasarla con ustedes –confesé, luego me levanté de la cama para acompañarlos a la entrada.
- Te queremos –dijeron al unísono, agitando sus manos en forma de despedida. Cerré la puerta y me acomodé en la sala a esperar a mamá. No pasaron más de cinco minutos cuando ya la tenía enfrente.
- Ma. Tengo que hacerte una pregunta –caminó a un costado y después regreso hasta mi.
- ¿Qué es, hija? –me fije en como su cara tomaba diferentes facciones, su semblante me daba a entender que esperaba mi respuesta con ansias.
- Pues, es que… -dejé de hablar por un momento y se preocupó- ¿volveré a ir al Instituto con mis amigos? – esto me dolía preguntar, temía que me dijera que no. Y si lo hacía, permanecería más infeliz que ahora.
- Mi niña –habló con voz dulce. Miró mis ojos y apenas pude verme a través de los suyos, debido a que no podía tener la mirada fija, ya que no tardaría en derramar unas cuantas lágrimas.
- Si es que tú no quieres, no iré –acepté con rapidez. Pero mis palabras tenían un tono brusco de indecisión.
- Nunca dije que no irías. Al contrario, quiero que conozcas nuevos amigos y trates de interactuar. Aunque algunos ya sean conocidos.
- Enserio? –pregunté incrédula- Es que… Mamá! –proferí con demasiadas ganas, me levanté de mi lugar solo para abrazarla por unos instantes- Gracias, Gracias …
- No agradezcas –pidió y se levantó- Ahora ve a descansar, que en pocos días habrá Clases y deberás dormir temprano.
- Claro, Buenas noches –me despedí con un beso y me dispuse a dormir.
Un nuevo ciclo, estábamos de vuelta en California. Eran como las 12 del día. La mayoría ya estaba de pie cuando yo apenas lograba distinguir los rayos del sol. Me dormí muy tarde hablando con Kevin, muchas veces tiene razón en lo que dice, pero esta vez prefiero tomar mis decisiones, tales y como yo las pienso.
Dejamos el bus a unas cuantas calles de nuestra casa para así, volver a tomar una de las camionetas y no causar tanto alboroto.
Bajaron las cosas y escogieron una camioneta más grande para no sentirnos demasiado incómodos. Nos subimos y partimos inmediatamente. Necesitaba ducharme urgente.
- Yo pido atrás con Krystel –dijo el pequeño Frankie dando ligeros saltos para llamar la atención.
- ¿Conmigo? Uuh, ¡que amorcito eres! –ella estrujo las mejillas del niño dejándolas ligeramente enrojecidas- vamos, ven.
- ¿y Kevin? –preguntó mamá.
- Acá atrás, Madre –se hizo presente. Se había acomodado junto a Frankie y Krystel.
- ¿Están todos? –los mayores revisaban que no faltara nada.
- ¡SI! –respondimos al mismo tiempo.
Durante el leve trayecto me di cuenta de que mi hermano intercambiaba información con la chica que desde antes ‘no le había caído bien’ ¿Era bipolaridad? O ¿Kevin siempre había sido así? No me importó tanto, no sentí nada. ¿Qué debía sentir? Solo me estaba confundiendo. Más me confundía el cuerpo de Joe recargado sobre el mío, mientras dormía.
Vislumbré que estábamos de regreso y por supuesto, los gritos de Frankie eran azotadores y obvios. Apegaba mi rostro en el vidrio, miré con detalle el lugar que habíamos abandonado por varios meses. Suspiré hondamente. Papá estacionó el auto, fue el primero en bajar, y luego yo me adentré en la casa, tan igual que siempre, luego mi vista se desvió hasta llegar a la entrada de _______*. En otros momentos hubiera deseado correr a su entrada y tocar la puerta para abrazarla y expresarle lo feliz que era al volver a verla. Pero, esto no era así, por mi culpa.
Y, absurdo sería tratar de llamar a aquella puerta cuando ella ni siquiera estaba aquí, se encontraba en España con su chico misterioso.
- ¡Quiero ir a ver a _______*! ¡Quiero ir a verla! –le dijo Frankie a Krystel.
- ¿Quién es ________*? –preguntó con curiosidad- ¿Es tu amiguita?
- Si, es mi amiga. Y es la novia de Nick ¡Quiero verla! ¡Quiero verla! –corrió hasta su madre y Krystel puso cara de pocos amigos, tal vez la incompetencia de no poder tener a Nicholas para ella. O ya estaba celosa.
- Umm Nick. Tenías novia y nunca me dijiste nada.
Busqué mis cosas en la parte trasera del auto. De inmediato sentía la presencia de alguien a mi lado, me giré con brusquedad al sacar mi maleta atascada, por poco y le pegaba a mi bella amiga.
- Wow, se ve que estos días no he sido de tu agrado. Pero Nick, ¡Tranquilo! –daba ligeros masajes a su brazo derecho.
- Perdóname Krystel, no te vi. ¿y tus cosas? ¿Son estas? –señaló una maleta rosa con figuras en diferentes colores.
- Si, Espera la tomo. –seguía sobando su brazo. El la miró con sigilo y decidió ayudarle.
- Un momento –inclinó su perfecto cuerpo adelante y sacó la maleta sin dificultad- Toma Krys, y de nuevo, discúlpame.
- Muchas Gracias Nick, no te disculpes. Deberías disculparme a mí. –caminó hasta llegar a la acera, dándole la espalda.
- ¿Por qué? –preguntó con fluctuaciones.
- Por hablarte en ese tono. Es que no sé, me siento extraña. –giró y volvieron a quedar de frente.
- No, tú no tienes la culpa. A veces soy demasiado reservado y me asilo un poco. Krystel, me caes demasiado bien –esbozó una hermosa sonrisa. Ella lo miró directamente a los ojos con una sonrisa ida, ¿Lo haría? Corrió unos centímetros, se paró frente a él y rodeó su cuello con sus delgados brazos. Respirando profundamente su esencia.
Paul se atravesó a cerrar bien la camioneta. Los hermanos mayores ya estaban dentro. Los únicos que presenciaban la escena de Nicholas & Krystel eran sus padres y el pequeño Frankie. Este último estaba demasiado entretenido rogando ir a visitar a _______*
-¡Quiero verla! ¡Quiero Verla! Mamii… ¡Quiero ver a ______*!-
-¿Qué pasa aquí? –preguntó Nicholas. Se agacho hasta la altura del menor.
-¡Quiero ver a _____*! –gritó infelizmente y entró corriendo a la casa.
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Escuche una cantidad de ruidos impresionante provenir de la casa de alado. Me habían despertado, despertado de la mitad del sueño en donde encontraba a mi secuestrador. Vaya, que ahora tenía sueños y pesadillas mucho mas elaborados.
Coloqué mis pantuflas y opté por fijarme desde la ventana cuales eran esos gritos. Tomé mi cabello con una mano y a pasos lentos logre llegar a mi objetivo, traté de ver quien estaba allí, pero no encontré nada. Ni una persona afuera, absolutamente nada.
Concluí que mi subconsciente trabaja al doble, a pesar de que mis sueños y pesadillas estaban más elaborados, escuchaba voces externas inventadas por el mismo.
¿Qué Sucederá?
¿Hoy Verás a Nick?
¿Qué se dirán?
