~Autor:Sandra Paulina.
~ Tipo: One Shot
~ Nick Jonas.
ÁngeL
Hacía frío y la mitad de mi cuerpo estaba a punto
de congelarse, titiritaba con frecuencia, era algo ahora completamente inevitable.
Estaba justo en medio de la media tarde, en el centro de la ciudad, tenía que entregar unos cuantos trabajos para que me aceptaran de nuevo en mi antiguo colegio.
Caminé por tanto tiempo que decidí detenerme en un punto, el parque.
Llegué, delante de mí estaba una pequeña banca, tomé asiento y me froté las manos que estaban a punto del congelamiento, miré mi reloj y me di cuenta de que aún era muy temprano, mi hermano todavía no vendría por mí.
Opté por quedarme allí sentada, hasta que fuera la hora para llamarle.
En un segundo, vinieron a mi mente un montón de imágenes que no conocía, que no recordaba haberlas visto o vivido, era absolutamente raro. Quizá ya me ponía a alucinar por el bendito frío o simplemente era un frenesí. Después no le tomé demasiada importancia, y saqué de mi bolsa del abrigo el celular, miré la pantalla y aún no pasaban ni cuatro míseros minutos.
Estaba abrumada, aburrida, con frío y con una inefable sensación que ni yo podía entender. Me sentía tan sola, que rogué que alguno de mis amigos apareciera en ese instante, estaba tan sola que desearía que cualquier buena persona me hiciera compañía.
Y, allí estaba yo.
En un tiempo indeterminado sentí como el viento se hacía más frío, la brisa se volvía más intensa, golpeaba mis mejillas desnudas con el viento impávido que corría de un lado a otro.
Coloqué mis dos manos sobre mis fríos pómulos, segundos después escuche un sonido detrás de mí.
No volteé, podría ser un animal o algo que no le tomaría desmedido valor. Luego, escuche a la voz más dulce, angelical, que pude haber percibido en toda mi vida.
— Hola, — Me dijo esa misma voz— ¿Está todo bien? — preguntó y yo me giré a verle el rostro.
Era uno de esos chicos lindos, con voz melodiosa, perfecta, cuerpo bien formado. Mi corazón palpitó con exageración al encontrarse mi mirada con la suya.
—Hola — Respondí — Si, to-do bi-en — dije titiritando, el frío no me dejaba hablar claro. El me sonrió dulcemente, yo me limité a sonrojarme.
— Tienes frío — Mencionó acertadamente. Rato después se coloco a mi lado.
—Si… un poco — Aseguré con un cierto aire de incomodidad— ¿Tu no? — Pregunté tratando de descifrar algo en su mirada.
— Amm, creo que por ahora no. — Sonrió superándome. Enseguida de eso se levantó, mi mirada se movió con él, siguiendo cada paso que daba, cada cosa que hacía.
Se quitó su abrigo gris y me lo colocó encima, me impresionó que lo hiciera. Normalmente no acepto cosas de extraños, ni de nadie que no sea muy cercano, pero con él era distinto, lo sentía tan parte de mí, la sensación más rara de mi vida.
— ¿Quién eres? ¿Por qué me das tu abrigo? ¿Qué tu no tienes frío? — Comencé con un bombardeo de preguntas con respuesta simple, en realidad me interesaba saberlas, me interesaba saber quien era él.
— Me llamo Nicholas, es un gusto. — Extendió su mano para tomar la mía y ya cuando la tenía en su poder, besó la parte media. Otra cosa extraña para mi, nunca nadie lo había hecho conmigo.
— Te doy mi abrigo por que, es muy obvio que tienes mucho frío. — Sonrió dulce.
— Bueno, entonces muchas gracias — Agradecí y mi voz ya no se entrecortaba gracias a él — Y bueno, ¿No preguntarás mi nombre?
—No te preocupes, se cual es tu nombre. — Respondió seguro.
Mis ojos se abrieron como platos, él mostraba una sonrisa picara que me hacía dudar un tanto.
Esa respuesta me había dejado completamente deslindada sobre él. ¿Cómo podía saber mi nombre si nunca lo había visto? ¿Era de mi colegio?
Un sin fin de preguntas sin contradicción inundaron mi cabeza, no entendía. El chico me miraba tan detenidamente, cada parte de mi rostro, como si quisiera descubrir que estaba pensando o algo parecido, me sonrojaba.
— ¿Estás nerviosa? — Me pilló desprevenida.
— Em, no. No — Mentí— Me tengo que ir, — Dudé —… Nicholas? — Me levanté y traté de sacarme su abrigo.
— Claro, — Vio mi movimiento. Mas tarde, me detuvo— Espera, _______*! ¿Te puedo acompañar? — Me preguntó y de inmediato se puso de pie.
Lo mismo, me había sacado de onda. Me había llamado por mi nombre, y yo que había llegado a pensar que me jugaba una broma.
Le permití me acompañara, tenía que regresar al mismo lugar de antes, allí se encontraría mi hermano.
Nicholas parecía ser un chico encantador, a pesar de lo guapo que era, su sencillez destacaba entre todo. Su voz tan perfecta, su suave y rico aroma que desde ahora me hacían delirar de placer.
Seguí su paso lento, y noté como el viento lograba que sus lindos bucles se balancearan.
— Nicholas, ¿te puedo hacer una pregunta? — Pedí mientras caminábamos por una estrecha calle.
— Claro — Pensó y se detuvo— Claro que puedes.
Su mirada se clavó en mi, aunque íbamos en par, pude sentir su potente repaso sobre mi perfil.
— ¿Cómo es que sabes mi nombre? — Pregunté. Lo miré de frente, buscando su mirada, acomodé su abrigo sobre mi cuerpo y él comenzó a hablar.
— Sabía que preguntarías eso — Rió— es necesario que sepas. — Me dijo decidido, en ese momento entramos a un lugar con poca luz.
— ¿Por qué? — Volví a preguntar.
— Por que,… por que me gustas — Confesó. Y su mirada se posó sobre sus pies.
Ahora estaba muchísimo más confundida que antes. Hubo un completo silencio, solo estábamos él y yo en ese callejón, había poca luz, estaba con un desconocido que me decía cosas que me desconcertaban. Pero a la vez me gustaba, no sabía que diría. Alcancé a ver como el se desesperaba y en su mirada se apagaba la luz que me había hipnotizado instantes atrás.
— Nicholas, apenas y te conozco. No se que decir — Palabras salieron de mi boca y vi su mirada de incertidumbre.
— Tienes razón — Mencionó— Pero, por algo estoy aquí, por algo vine. No puedo desaprovechar está oportunidad que me dan — Hablaba tan pacíficamente, me irradiaba paz.
— ¿De que estás hablando? — Lo miré confusa directamente a sus lindos ojos.
— Tengo la oportunidad de hacer algo que siempre deseé, desde que éramos niños. — Esas palabras le dieron sentido a todo.
Me detuve, sentí un escalofrío recorrer por cualquier infinidad de mi cuerpo. Sentí mis piernas doblarse, mis ojos se nublaron de la misma impresión, mi corazón volvía a su palpitación desenfrenada.
Algo vino a mi memoria instantáneamente, era un recuerdo. El recuerdo que me hizo darme cuenta de quien era el.
~ Flash Back ~
Yo tenía Cinco hermosos años & él solo seis
— Nick, Nick! — Gritaba emocionada mientras brincaba sobre la arena con mi hermoso vestidito azul— ¿Cuándo vendrás a jugar conmigo?
— Espera, _______*. — Respondió desde la entrada. — ¿A que quieres jugar, ehh? — Me preguntó acercándose con pequeños saltos.
— A lo que tu quieras, — dije enternecida, Nicholas o Nick, como yo le decía me gustaba desde pequeños— ¿Te gustaría jugar a la mamá y el papá?
— ¿Cómo se juega eso? — Preguntó curioso, ya a mi lado— ¿Es un juego de niñas, ah que si? ¿Ah que si?
— No, Nick! Nick! — Gritaba al momento que vi como se alejaba- no te vayas…
A mis nueve, él con diez.
El gran jardín de la casa de Nick servía como escondite para nosotros dos.
Ese día el me pidió ser su novia pequeña.
— _______*, yo… — Me miraba con sus ojitos lindos y su sonrisita— Tu, quieres ser mi, ¿cómo es que se dice? — Frotó su cabecita y me preguntó — Ah, ¿Novia?
— Si, si si quiero! — Brinqué y grité de emoción. Era una simple niña pequeña e inocente.
— Shh… — Se tapó la boca con su dedito— Nadie debe saber esto.
— Esta bien — Reí un poco— ¿Y para que somos novios? —Pregunté inocente— ¿Qué es lo que hacen?
-Fin Flash Back-
Pocos días después, se había ido. Cuando cumplí diez años no supe nada de él, solo existía su lindo recuerdo de la infancia. Y ahora me lo volvía a encontrar luego de más de cinco años.
Volví en si, noté que efectivamente era él, mi mejor amigo de la infancia, él que me había dejado, el que nunca se despidió de mí. Tenía mil razones para conversar con él.
— ¡Nick, eres tú! — Lo abracé inmediatamente, tenía un lindo aroma. Suspiré lentamente recordando cada viejo instante.
— ________* — Me dijo al fin— Tengo que irme, pero antes. Debo hacer lo que siempre deseé. ¿Me permites?
No entendí, no sabía a que se refería, ¿Qué tenía que permitirle?
Después de un movimiento brusco, lo tenía tan cerca, su rostro pegado con el mío, sus ojos mirando profunda y tiernamente a los míos, me derretía, no comprendía por que hacía esto.
Me apegó contra su cuerpo, yo permanecía tensa, inmóvil ante semejante situación. De pronto, sentí sus dos frías manos tomar mi cintura, como si quisiera que no me separara de él. En otro segundo, ya colocaba su nariz rozando con la mía, aspiró mi aroma, yo sentía su pura y fresca respiración chocar contra mi rostro. Y se decidió, fue un segundo cuando el miró mis labios y volvió a mirar mis ojos, esta vez se fundían.
Los cerré lentamente y posicionó sus suaves, carnosos y rojizos labios sobre los míos, luego yo, coloqué mi mano derecha sobre su nuca y con la otra proporcionaba pequeñas caricias. Sin perder la delicadeza capturaba mi labio inferior.
Me besaba lenta, y suavemente.
El tiempo nos jugó mal, nos separamos, él tenía una sonrisa de satisfacción en su rostro y yo lo miraba tan enternecida que me daban ganas de abrazarlo nuevamente.
Me miró fijamente a los ojos, como ya se le estaba haciendo costumbre. Y me dijo:
— Fue magnifico, totalmente esplendoroso. Tal y como me lo imaginé siempre. — Me sonrió tiernamente y me derretí— Pero, tengo que irme. Solo tenía cierto tiempo para esto.
Me empezaban a preocupar sus palabras, era como si tuviera que irse. El acariciaba mi rostro con sus suaves y frías manos, yo coloqué mis manos sobre su torso.
—¿Cierto tiempo para esto? — La sonrisa que tenía en mi cara acababa de desaparecer —¿de que hablas?
Se acercó lentamente hacía a mi, tomó una de mis manos y me condujo con él fuera del callejón, por las mismas calles de antes. Se colocó justo delante de un almacén, lo miré confundida, el acercó sus labios a mi oído y susurró.
— Yo, ya no pertenezco a este mundo. –dijo él
Mi piel se estremeció ante sus palabras, ¿era broma? ¿Por qué tendría que estar bromeando?
— Pero… pero…— Alcancé a decir sublevada.
— Pero, muchísimas gracias. Por dejar que mi última tarde como ‘humano’, haya sido maravillosa — Soltó mi mano y por último besó suavemente la comisura de mis labios, para después esfumarse ante mis ojos — Recuerda, siempre estaré a tu lado. — Escuché de un susurro inerte.
Me detuve delante de aquel aparador, miré detenidamente, y logré saber que era verdad, solo estaba mi reflejo. Así, fue como descubrí que había sido una simple ilusión, una demencia, y una obra magnifica y total, llamada Ángel.
